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Sobre los hábitos y el bien: Aristóteles e Immanuel Kant

  • Writer: Alejandro González Franco
    Alejandro González Franco
  • Oct 3, 2021
  • 7 min read


´´Sobre los hábitos y el bien. Contradicción del bien entre Immanuel Kant y Aristóteles´´



«Siémbrese una acción y se recogerá un hábito; siémbrese un hábito y se recogerá un carácter; siémbrese un carácter y se recogerá un destino».

Henry James



Máximas filosóficas en contraposición:


´´El hombre que hace el bien por hábito, no es bueno.´´ - Immanuel Kant.


´´El bien supremo del hombre es la felicidad.´´ - Aristóteles.



I.


Sobre la primera máxima, nos queda establecer el uso del concepto ´´hábito´´ para hablar sobre lo que socialmente se asume como ´´bien´´. El hábito, según Kabato[1] ´´es cualquier comportamiento aprendido (no es innato, no nacemos con ningún hábito) mediante la repetición, que se realiza de forma habitual y automática sin apenas pensar en ello. Es un elemento básico del aprendizaje humano.´´ Y continúa: ´´ al automatizar ciertas conductas, su realización se hace rápida y certera, y al no tener que concentrarse en cómo caminar, respirar o comer, podemos destinar más tiempo y energía en otras cosas como experimentar e inventar.´´


Debemos prestar atención sobre el hábito a los 3 siguientes puntos:


1- No es innato, es decir, no nacemos con ellos ni es parte de nuestro instinto.

2- Se aprehende mediante la repetición.

3- Son automáticos, por lo que no necesitamos pensar mucho sobre ellos.


Kabato establece que no es innato pero los hábitos si comparten una característica particular con los comportamientos innatos y que Kabato menciona en este texto: ambos son automáticos, es decir, que no se necesita pensar mucho sobre ellos para ejecutarlos.


Un acto innato[2] es aquella conducta especial no aprendida que según la etología (ciencia biológica que estudia el comportamiento animal en sus medios naturales) tiene ciertas características; para nuestros fines son resaltables las siguientes:


1- Las conductas siempre incluyen algún patrón fijo de acción, o componente estereotipado (piénsese en las conductas de cortejo o las de combate de muchos animales). No obstante, algunas partes pueden ser modificadas.

2- Los instintos, como productos de la evolución, tienen cierto valor para la supervivencia.


Es necesario resaltar que como las conductas innatas, los hábitos también incluyen patrones fijos de acción o estereotipados, aunque puedan ser modificados según las condiciones que se presenten y lo que estas exijan. De igual forma, aunque no directamente implicados en la supervivencia estricta, los hábitos son adquiridos o aprendidos con un fin social e interés determinado que denotan una relevancia dentro de ciertas escenarios sociales con sus condiciones particulares: personales, familiares, amigos, ámbito laboral, etc.


Podemos establecer que Kant, más allá de la especulación teórica, basa sus conclusiones en la conducta ilustrada del ser humano, es decir, que no condiciona su conclusión filosófica a partir de una teoría del bien y del mal sino que en base a lo que la experiencia muestra en el día a día de la conducta humana y su relación con otros seres sociales, Kant establece que el bien no es indicio de bondad en un ser que por hábito lo efectúa.


Y es que si retomamos lo visto hasta ahora sobre los hábitos nos damos cuenta de que donde hay hábito, no hay reflexión, no hay introspección, simplemente ejecución automática de una conducta a la que le hemos hallado un interés o fin social que nos es afín y por él le ponemos en práctica, pero esto no implica reflexionar sobre el acto bueno, sobre el bien que podemos hacer a los demás.


Visto desde la ética podría establecerse que lo correcto para nosotros y cómo se debe aplicar bajo ciertas circunstancias, en torno a los hábitos, es más importante que apelar a la misma situación que nos hizo poner en práctica algún principio ético; y esto, no es salir de uno mismo, es hacer según nuestro parecer y nuestros parámetros morales, lo que es correcto para dicha situación, cosa que tal vez, por no ver la situación tal y como es, no nos permite aplicar una correcta solución a un conflicto según sus causas y fenómenos. Como el hábito es ´´automático´´ no nos facilita la capacidad de entender que la resolución a un conflicto es otra y no la que nosotros conocemos y hemos aprendido que puede ser para ciertas circunstancias.


El bien, desde los hábitos, nos brinda un concepto muy claro de lo que es ético y lo que no bajo ciertas circunstancias, pero no nos facilita la reflexión, la empatía, tal vez, que necesitamos obligatoriamente para entender cómo debe ser aplicado en dichas circunstancias.


Por ello el acto del bien, para Kant implícitamente, es un acto consciente y racional, en el que antes del efecto, toma un papel notable la reflexión sobre el bien que haremos y cuando se hace el bien por ´´hábito´´ no se está llevando a cabo un acto reflexivo, un acto consciente.


Como se puede notar, no se ha hecho especial énfasis en lo que significa ´´el bien´´ para Kant, puesto que dicho concepto no es exclusivo ni universal y el hecho de que este filósofo nos hable sobre ´´hábito´´ al hablar sobre lo que hace ´´bueno´´ a un hombre, nos lo demuestra implícitamente. Somos lo que hacemos, en otras palabras; pero no porque a menudo se haga, implica que se entienda o que nos vuelva de tal o cual forma, en realidad. Entender que el bien no es universal es el primer paso para ser buenos, en otras palabras.


El proceso de introspección que un ser humano puede llevar a cabo sobre lo que piensa, sobre lo que hace, es común hallarlo, pero no lo suficiente como para decir que un hombre siempre piensa lo que dice y en lo que hace, sin importar la circunstancia; por eso nuestro bien es limitado, podemos afirmar según esta máxima kantiana sobre el bien.



II.


Aristóteles, en cambio, sostiene que el bien, dentro de los cuales considera supremo a la felicidad, sí puede ser alcanzado mediante el hábito.


Aunque Aristóteles reconoce que hay muchos caminos para alcanzar la felicidad (a modo de negar la universalidad de la felicidad, tal como hace Kant sobre el bien), sostiene que solo mediante el hábito se puede alcanzar un máximo grado de perfección o virtud y de este modo se llega a la felicidad.


Establezcamos entonces los puntos importantes sobre el bien para Aristóteles:


1- La felicidad es el bien supremo.

2- El hábito nos hace alcanzar un grado de virtud o perfección máximo.

3- Y dicha virtud o perfección es la que nos brinda dicho bien supremo, que es la felicidad.


En contraposición a Kant, Aristóteles establece que el bien sí puede ser puesto en práctica mediante el hábito y que con este bien nos sentimos de una forma buenos ya que nos sentimos felices; y raro es cuando hallamos a un ser que siendo feliz no se siente bueno, o haciendo el bien, no se siente feliz.

Si el máximo bien que es la felicidad, se puede alcanzar mediante los hábitos entonces, según Aristóteles, el hábito sí puede hacernos buenos, mientras pongamos en práctica el bien, en ´´nuestro camino´´ con nuestra ´´virtud´´.


Ahora bien, ¿a qué se refiere Aristóteles con ´´virtud´´? Según Giraldo (2015) ´´la virtud aristotélica es es la fuente de las mejores acciones y pasiones del alma; es capaz de disponernos a realizar los mejores actos y a obrar, bien y siempre mejor, de acuerdo con la recta razón que es elegida desde una disposición intelectual denominada prudencia; encargada de unir el conocimiento y la acción.´´ Continúa explicando: ´´ Aristóteles dice que a ser virtuoso se aprende con el ejercicio de los hábitos buenos, con formación, con experiencia y tiempo para ejercitarse en ellas.´´


Aristóteles no solo reconoce que sí se puede hacer el bien por hábito sino que establece que esa virtud que nos puede llevar al bien mayor se alcanza con la puesta en práctica de hábitos ´´buenos´´.



III.


Kant parte desde lo conductual; Aristóteles desde la virtud y no por ello comprende lo conductual del hombre. Kant no distingue los tipos de conducta que pueden haber y mediante los cuales se puede hacer el ´´bien´´ ya que dice que por mucho que lo hagas, en hábitos, eso no te hará bueno; Aristóteles se refiere automáticamente a las virtudes. Kant no distingue los hábitos en buenos o malos, sólo habla del tiempo que toma la formación del mismo y el proceso inconsciente que se va formando en su adquisición y por esta ´´inconsciencia´´ el bien habitual no es bondad de los hombres; Aristóteles sí reconoce que el hombre puede aspirar a la virtud que lo va a llevar a la felicidad, que es el bien supremo, mediante los hábitos que él llama ´´buenos´´.


Se puede asumir que este análisis ético del bien para ambos autores puede tener una conclusión certera: y es que Kant utiliza términos propios de las actuales teorías de la conducta y ello implica un mayor acercamiento a cómo en realidad funciona el concepto del bien desde la práctica real del hombre y no la práctica idealista, como la de Aristóteles, cuando establece que existen esos hábitos buenos que nos ayudan a alcanzar y aplicar el bien.


Y no es que no puedan existir hábitos a los que se les llame buenos por lo que representan para nosotros, sino que Aristóteles no hace la salvedad de que aquello que se hace por hábito en verdad no es consciente, como lo reconoce Kant, y el bien es un acto consciente.


Una solución, partiendo desde la perspectiva kantiana, sería asumir con total responsabilidad una introspección en los momentos en los que la voz de nuestra moral nos llama a efectuar el bien, sin importa cuál sea y aunque un hombre no pueda ser siempre consciente de su voz moral o su comportamiento; por ello se debe incentivar más la práctica de pensar en lo que se hace y lo que se dice en oposición al incentivo estricto de los valores morales que definen la ´´bondad´´ de los hombres. Aun así, será imposible alcanzar ese estado de total conciencia sobre uno mismo y sobre el mundo, pero no por ello se debe concluir que el no conquistar puramente la conciencia sobre lo nuestro es motivo para no intentar ser conscientes a la hora de hacer el bien a los demás. Que el bien no es universal, ya es una conclusión válida y aceptada.


Aprender un valor y aplicarlo por saber su contenido social y ético, no es lo mismo que entenderlo y saber cuándo usarlo; en lo primero puede llevarse el ego en el hecho (una noción que nos haga satisfacer lo nuestro proyectado en lo que pasa fuera de nosotros, y eso ya opaca la bondad de ese ´´bien´´ supuesto) y en lo segundo, aunque puedan haber intenciones al igual, nos queda la salvedad de que no tenemos dudas sobre cuándo estamos haciendo el bien a los otros y cuando no (incluso estemos pensando en el bien de los demás).


Autor: Alejandro González Franco.


Bibliografía:

 
 
 

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